• Mensaje de bienvenida
  • Presentación
    • Quiénes somos
    • Qué hacemos
    • Programa 2014-2015
  • Eventos pasados
  • In English
  • Enlaces de interés
  • Contacto
  • Haz una donación

AWSG

~ Blog de la Asociación Wagneriana de la Sierra de Guadarrama. Inscrita en el registro de la Comunidad de Madrid con el nº 34.578

AWSG

Archivos de etiqueta: Haydn

La cabeza de Haydn: estudio frenológico de la cabeza del hermano masón Joseph Haydn. Años de peregrinaje

05 domingo Jul 2015

Posted by wagnerianus in Disertaciones

≈ Deja un comentario

Etiquetas

frenología, Haydn

En memoria de la cabeza del maestro Haydn, que hizo vida propia a su pesar, conoció, cual enano de colores de jardín de la película Amelie, insólitos lugares post mortem, recorrió mundo de aquí para allá y llevó una vida loca tropical que su propietario en vida le negó

En los albores del futuro, cuando la máquina de vapor aún no trasladaba a los ciudadanos desde Rottenburg a Friburgo, cuando las nuevas máquinas aún no surcaban el Mississippi y la electricidad aún no excitaba las mentes calenturientas del biempensante hombre de la calle, pero, eso sí, cuando la Ilustración y sus representantes estaban a punto de iniciar la Revolución Industrial, una nueva manifestación del conocimiento, una nueva Ciencia, así, con mayúscula, nacía en las profundidades de la vieja Europa, en el Imperio Austrohúngaro, donde los mitos de la antigüedad eran admirados y estudiados, donde las vetustas costumbres seguían siendo transmitidas desde hacía siglos, donde las abuelas contaban los cuentos antiguos hablando de la baba yaga para asustar a los niños, donde, en definitiva, las viejas tradiciones tenían cabida con la nueva modernidad que arrasaba los cimientos de la vieja Europa, provocando, que diría un carlista, una era de desarraigo. Esta nueva ciencia, que con tanta fuerza había irrumpido en los círculos de intelectuales, en las logias masónicas, entre los ciudadanos parisinos y sus cafés, entre los científicos racionalistas ingleses, se conocería como craneología o, más exactamente, frenología.

Esta disciplina, que se basaba en las proporciones anatómicas del recipiente pensante que la naturaleza en su gracia y excelsitud nos ha dado de manera franciscana, dejaba conmocionadas a las comunidades intelectuales empiristas y naturalistas, hijos de la Ilustración, de la Razón, de la Revolución Francesa, de los millones de litros de sangre procedentes de las guillotinas gratuitas que hubo que pagar como precio para dar paso a un nuevo orden; esta disciplina, pues, había encontrado una nueva ciencia en la que desarrollarse plenamente.

Uno de estos centros de ilustración científica centroeuropea se encontraba en la profundidad de los dominios de los santísimos y catolicísimos y meapilísimas Habsburgo, en el biempensante Imperio Austríaco. En plena época Biedermaier, en plena época Brontë, de romanticismo Jane Eyre, Mesdames Recamier de perfiles puestos en divanes, con el elegante estilo imperio de Percier y Fontaine que tanto agradaría a Josefina, como una Carla Bruni moderna, existía un reverso tenebroso del cual no había retorno, el imperante futuro llamaba a la puerta, que bien diría todo un Beethoven.

Como decimos, en esas provincias, en los principados húngaros de los Esterházy, trabajaban junto a los Haydn y a los ministriles de turno, dos visionarios de mentes privilegiadas, que cual egregio doctor Avernaticus Ambrosius, de la Universidad Königsberg, hacían progresar a base de sierras, puntapiés y golpes nocturnos de palas, la ciencia de la humanidad. Joseph Carl Rosenbaum, antiguo secretario de la familia Esterházy, y Johann Nepomuk Peter, alcaide de la prisión de la Baja Austria, se habían embarcado en unos estudios científicos tremebundos en pro de la humanidad, con un rigor desconocido para la época (y aún diríamos más, también para la nuestra). La nueva ciencia exigía sacrificios, y cual entes nocturnos, hijos de la noche (what music they make!) y criaturas avernáticas aberradas, debían, como decimos, en pro del progreso, desenterrar cadáveres, acudir a cementerios, cuando no directamente a las cunetas olvidadas de los caminos, para afanarse en poseer los miembros biempensantes superiores, es decir, la noble testa.

Así había de suceder con la testa del viejo Haydn, la cual había conocido durante su vida terrenal a Rosenbaum, interviniendo en su favor ante los Esterházy para que el sr. secretario pudiera casarse con la soprano Therese Gassmann.

Rosenbaum y Peter, en una oscura noche vienesa de un 4 de junio, acudieron al cementerio de la torre del perro, o, dicho mejor en alemán, Hundsturm (aunque nos gusta más la más libre e incorrecta traducción «tormenta de perros»), donde los restos de Herr Haydn reposaban desde su muerte, acaecida el 31 de mayo de 1809, cuando Austria se encontraba ocupada por las tropas de Napoleón. Por ello el acontecimiento no fue especialmente sonado. Y por ello, posiblemente, no había nadie acompañando al sepulturero cuando en esa tenebrosa y calurosa hora nocturna del mes de junio de 1809 nuestros dos amigos, secretario y alcaide, instigaron la profanación de la tumba de Herr Joseph Haydn en busca de su cabeza. Parece ser que el cadáver se hallaba en un estado de descomposición muy avanzado, de modo que el espectáculo debió de ser un tanto desagradable, mezcla de olores, fluidos salpicando y huesos aserrados con virutas saltando al rostro del Áigor de turno, en este caso el sepulturero, un tal Jakob Demuth.

Admiradores de Franz Joseph Gall (1758-1828), uno de los padres de la frenología, pero investigadores por libre (por decirlo de alguna manera), Rosenbaum y Peter seguían a pies juntillas las enseñanzas de esta noble ciencia, hoy en día desacreditada (hasta que algún nuevo gran gurú vuelva a ponerla de moda), según la cual las capacidades mentales se asociaban con aspectos de la anatomía craneal.

Sin embargo, lo primero que hicieron nuestros investigadores, dignos de poseer todo un DEA (Diploma de Estudios Avanzados, para los no versados en la materia) de una universidad hispánica de excelencia, dada su investigación práctica, y aun diríamos más, practiquísima, no fue descubrir los conductos del genio ni averiguar cuán desarrollada estaba la parte de su cráneo dentro de la cual se hallaba la zona de su cerebro en la que se alojaba la capacidad musical, no. Lo primero que hizo Herr Rosenbaum al ver el tétrico espectáculo fue vomitar, mientras a Peter le daban unas arcadas de todo punto comprensibles.

Según Else Radan Landon («Haydn’s skull,» article in David Wyn Jones, ed., Oxford Composer Companions: Haydn», Oxford, Oxford University Press, 2009), nuestros héroes de la ciencia examinaron la cabeza durante una hora, y después la maceraron y blanquearon, tras de lo cual Peter, en un alarde de tecnicismo y conocimiento, declaró para la posteridad que las protuberancias de la música estaban “plenamente desarrolladas” (ignoramos si nuestros investigadores llegaron a alguna conclusión más). En septiembre, Peter colocó su trofeo entre sus posesiones más preciadas en su colección de reliquias, dentro de una urna negra coronada por una lira. Sin embargo, con el tiempo Peter se mostró menos devoto de su colección, traspasándosela a Rosenbaum, quien las pasaría canutas cuando, en 1820 se presentaron en su casa unos agentes que buscaban el cráneo. En efecto, el príncipe Nikolaus Esterházy II deseaba trasladar el cadáver de su siervo, el gran Franz Joseph Haydn, a Kismarton, hoy en día Eisenstadt, y claro, el pastel que se encontró en la tormenta de perros, o torre perruna, como más les guste, fue dantesco. Un cadáver descabezado yacía en un ataúd en el que debía estar Herr Haydn, con su peluca y todo. Pero no. El príncipe no tardó en sospechar de Peter y Rosenbaum, y por ello registraron la casa de ambos. El cráneo se hallaba en un colchón de paja en la casa de Rosenbaum, y encima del colchón se situó su esposa, Frau Therese Rosenbaum, nacida Gassmann, que estaba supuestamente menstruando, lo que provocó que los agentes le dejaran en paz. Así, el príncipe hizo introducir en el ataúd de Herr Haydn un segundo cráneo, sin que conste la identidad de su dueño.

Herr Rosenbaum falleció en 1829, y desde entonces el cráneo fue pasando de mano en mano, hasta acabar en la sede de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, donde podía ser admirado por los visitantes. Y así siguió, descansando en una urna de cristal hasta que por iniciativa del descendiente del príncipe Nikolaus Esterházy II, Paul, en 1954 el cráneo volvió a reencontrarse con sus añorados restos… y con la otra cabeza, acabando así un periplo de casi 150 años. Si buscan «Haydn’s head» en imágenes en cualquier buscador, encontrarán fotos del cráneo y de la ceremonia de «entierro» del cráneo, en la que por cierto, comprobamos con desolación que el cráneo iba sin peluca, algo inaceptable para una figura de tanto renombre y fidelidad peluquil como nuestro compositor austromasón. Sea como fuere, no las publicamos por si las sgaes, pero busquen, busquen.

Por último, no nos creamos que aquí, a este lado de los Pirineos, donde la tradición católica, apostólica y romana parecía inmutable, nos íbamos a librar de la nueva ciencia. Ni hablar. A este lado de los Pirineos también se hablaba aún, con el fin de asustar a los niños, de mitos como el chupacabras o el sacamantecas (también conocido como mantequero), y, como diría el gran Jan Potocki, los vampiros se distinguían de sus hermanos centroeuropeos por su forma de manifestarse (mientras allá son muertos que salen por la noche a chupar la sangre de los vivos, aquí son espectros que poseen los cuerpos terrenales), pero nada, ni la superstición ni la supuesta religión verdadera de la que España era máximo exponente en el mundo mundial, frenaría el avance imparable de la nueva ciencia, siendo así que, entre nosotros, la cabeza de Francisco de Goya y Lucientes, nada menos, sufrió el mismo destino que la del maestro masón Joseph Haydn, con la diferencia de que la anterior ha seguido y tal vez siga haciendo vida propia hasta el día de hoy en que no ha aparecido. Ignoramos qué morada es la que acoge ahora dicha reliquia, tal vez forme parte del ajuar doméstico de algún millonetis americano o chino y sirva como pisapapeles, vaya usted a saber. Tampoco sabemos si las protuberancias de la pintura y el grabado estaban plenamente desarrolladas, como las de la música en el caso de Haydn, a decir de Herr Peter. Ni tampoco si realmente esas protuberancias existen, pero bueno, ejem, pelillos a la mar.

Aniversario de Papá Haydn

31 martes Mar 2015

Posted by wagnerianus in Disertaciones

≈ Deja un comentario

Etiquetas

Haydn, Sinfonía

Hoy, 31 de marzo, conmemoramos el aniversario de Franz Joseph Haydn, o como se le llama últimamente, simplemente Joseph Haydn (1732-1809). Haydn es el padre de la sinfonía, como todo el mundo sabe (compuso 104), de modo que hablaremos de una de ellas, la conocida como Sinfonía Oxford (la nº 92), y ponemos un enlace para que puedan ustedes escucharla.

Cuando en julio de 1791 el hermano masón Joseph Haydn, Papá Haydn para los amigos e infantes musicales (entre ellos el infausto Franz Xaver Mozart) recibiera el justificadísimo título de doctor en excelencia, de doctor en arte, en definitiva, de doctor honoris causa en música por la Universidad de Oxford, para entonces, como decimos, como un Shakespeare provinciano, il maestro in musica no conocía el mar.

En el principado de los Esterházy, en las profundidades de Hungría, se veía muy poco el sol, un poquito más que en Londres pero menos que en Venecia, y mucho menos que en las ciudades mediterráneas de los otrora hermanos austrohúngaros del sur, en la dorada España. El maestro Haydn, hermano espiritual de Mr. Scrooge, un Mr. Burns de nuestra era, ser tacaño donde los hubiera, ser mezquino como un personaje de Dickens, gruñón y huraño, misántropo, profundamente misógino, personaje ideal como hermano serio de un Nosferatu austríaco, potencialmente aburrido y aburridamente potencial, hermano y maestre de una logia a la que no hacía falta siquiera ir, simplemente por no tener que desplazarse a la gran ciudad, Viena, tenía unas costumbres terriblemente acomodadas y rutinarias.

A pesar de estar recluido en las profundidades de Hungría durante tantos años, sus obras eran conocidas y apreciadas en toda Europa, incluyendo, por una vez, España. Sus cuartetos eran interpretados en los palacios de los Alba y de Jovellanos y de otras casas ilustradas de la España de entonces. Era valorado como ejemplo de la Ilustración por su equilibrio formal, su mesura estética y su aparente elegancia natural. Sin embargo, el maestro era incapaz de pensar en viajes o giras de conciertos, o cualquier cosa que rompiera su previsible rutina doméstica al servicio de los príncipes Esterházy. Por ese motivo no sería él mismo, ni sus ansias, ni sus pretensiones de libertad, ni sus necesidades artísticas, ni tan siquiera su apasionante no pasional vida personal, sino otros quienes se encargarían de esos menesteres antidomésticos tan inoportunos, y es aquí donde aparece el Diaghilev de la Ilustración y de la era de las pelucas, Johann Peter Salomon, empresario avezado que había intentado en aquellos días llevarse a Londres al genio de los genios, el gran especialista en ponche, billar y juegos de naipes del glorioso Imperio Austríaco, Wolfgang Amadeus Mozart.

Salomon contrató a Haydn y Mozart para una gira que había de llevar a ambos artistas a Inglaterra. De forma propagandística, primero debía ir Haydn y posteriormente Mozart, dando comienzo la gira en el verano de 1791. Data de entonces el famoso encuentro entre Haydn y Mozart, en el cual el autor salzburgués manifestaría su presentimiento de que esa sería la última vez que se veían. Así sucedió, pues Mozart fallecería en diciembre de 1791, dando al traste con este posible episodio inglés (muy a lo Haydn, muy a lo Beethoven) que sin duda hubiera beneficiado el último período creativo de Mozart, y con el plan inicial de Salomon.

La Sinfonía nº 92 de Haydn es una de las tres que fueron compuestas en 1788 para el Conde d’Ogny (1757-1790), quien previamente ya había encargado a Haydn las conocidas como “Sinfonías de París” (nos. 82 a 87 del catálogo haydniano, abonadas a razón de 25 luises de oro por cada sinfonía y 5 más por los derechos de publicación en Francia). Tanto la Sinfonía nº 91 como la nº 92 están dedicadas al Conde d’Ogny, quien falleció prematuramente dejando una considerable deuda (unas 100.000 libras) debido a los diversos patrocinios de músicos.

En 1789, Haydn vendió las sinfonías nos. 90, 91 y 92 al Príncipe de Oettingen-Wallerstein, con el cual Haydn había estado en contacto durante algunos años, pero al no disponer ya de la partitura orquestal completa envió solamente las particellas, alegando como excusa que estaba ya muy mayor y le fallaba la vista.

El príncipe descubrió pronto que esas tres sinfonías, que él pensaba que eran de su exclusiva propiedad, ya eran conocidas en Francia, lo que le provocó un enfado que podríamos considerar cuando menos justificado. Sin embargo, se trataba de un patrón generoso, y como tal se comportó con Haydn en el periplo que éste iniciaría hacia Inglaterra, recibiéndole y alojándole con cordialidad.

Así, en 1791 Haydn llegó a las islas británicas, disponiéndose a recibir de forma casi inmediata su doctorado honoris causa en Oxford. Entre los festejos de la ocasión debían celebrarse tres conciertos con obras de Haydn, en cada uno de los cuales debía interpretarse una obra sinfónica nueva. El primero de ellos tuvo lugar el día 6 de julio, pero como informa el Morning Herald de Londres del día 8 de julio de 1791, “al no llegar el maestro Haydn con tiempo suficiente para tener al menos un ensayo, la sinfonía se sustituyó por una de sus piezas anteriores, sentándose el propio compositor al órgano (…)”.

Para el segundo concierto, que debía celebrarse el día 7, sí pudo haber un ensayo, y la obra sinfónica “nueva” elegida por Haydn para la ocasión fue la hoy conocida como “Sinfonía Oxford”, al parecer desconocida en Inglaterra. A propósito de este concierto, el Morning Herald del 9 de julio escribía:

“La nueva sinfonía de Haydn, compuesta expresamente para la ocasión, y ensayada previamente por la mañana, abrió la segunda celebración, y no se había escuchado antes una composición más maravillosa. El aplauso que recibió Haydn, quien dirigió este admirable esfuerzo de su genio, fue entusiasta; pero los méritos de la obra, en opinión de todos los músicos presentes, exceden todo elogio posible. Haydn se dirigió en términos muy generosos a Cramer (el director habitual de la orquesta) sobre la manera en que su sinfonía había sido interpretada; y Salomon, quien estaba presente, se unió generosamente a la opinión del gran compositor, elogiando el espíritu, la exactitud y la rapidez de ese director tan capaz”.

Al día siguiente, 8 de julio, Haydn recibía el doctorado honoris causa por la Universidad de Oxford, y su sinfonía pasaba a la Historia con el sobrenombre ya conocido que evoca esa gran universidad.

Esperamos que la disfrutéis. Aquí tenéis un enlace a una interpretación en directo de esta sinfonía, por Leonard Bernstein al frente de la Filarmónica de Viena; es decir, una interpretación de las que nos gustan, alejada de la ortodoxia: Sinfonía Oxford

Próximos eventos

Sin eventos próximos

agosto 2022
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  
« Dic    

Entradas recientes

  • Notas al programa: 250 aniversario del nacimiento de Beethoven
  • Homenaje a Beethoven en el 250 aniversario de su nacimiento
  • VIII Festival Wagneriano de San Lorenzo de El Escorial
  • Nueva edición del Festival AntiBayreuth: VI Festival Wagneriano de San Lorenzo de El Escorial 2017
  • Un Holandés tropical

Archivos

  • diciembre 2020
  • julio 2019
  • julio 2017
  • diciembre 2016
  • marzo 2016
  • octubre 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • octubre 2014
  • septiembre 2014
  • agosto 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • octubre 2013
  • julio 2013
  • junio 2013
  • mayo 2013
  • abril 2013
  • marzo 2013
  • febrero 2013
  • enero 2013

Categorías

  • Análisis
  • AWSG informa
  • Críticas
  • Disertaciones
  • Efemérides
  • Entrevistas
  • Sin categoría

Sígueme en Twitter

Mis tuits

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com
Follow AWSG on WordPress.com

AWSG en Facebook

AWSG en Facebook

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Únete a 3 seguidores más

Estamos en Twitter: AWSG_RichardWagner

  • RT @playinglesshurt: #jokeoftheday Isn’t it time for a #practicing joke? to distract us from the dreaded #metronome #music https://t.co/EY… 1 month ago
  • RT @Futura_Noir: Lasting effect ~ 𝘕𝘪𝘱𝘩𝘪𝘴𝘪 https://t.co/UXeomBsbJi 2 months ago
  • RT @GrupoTalia: El #grupotalia al completo se encuentra en el Auditorio Nacional en la prueba acústica del concierto Voces de Cine 🎥 con @s… 3 months ago
  • https://t.co/PnXBjL0A45 3 months ago
  • RT @Futura_Noir: A misty night ~ 𝘏𝘦𝘯𝘳𝘪 𝘗𝘳𝘦𝘴𝘵𝘦𝘴 https://t.co/R7hlb8TPBf 3 months ago
Follow @RWagner2013

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • AWSG
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • AWSG
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra