En la ya finalizada temporada 2012-2013 los fundadores de la Asociación Wagneriana de la Sierra de Guadarrama (AWSG), hemos llevado a cabo un ciclo de conferencias-concierto en San Lorenzo de El Escorial que, nos atrevemos a decir, ha sido prácticamente el único dedicado a conmemorar el bicentenario del nacimiento de Richard Wagner.

En efecto, hemos constatado un vacío inexplicable (exceptúense los grandes gestos a la nada de ciertas instituciones cual “brindis al sol” en los cuales hablando de Wagner o tratando su natural wagneridad no se escuchaba ni una sola nota del maestro de Leipzig, actos comprensibles para rellenar unas líneas curriculares en la excelencia universitaria tan característica de por aquí) en la programación de los distintos teatros y salas de concierto en relación con esta efeméride, y lo que es peor, las autoproclamadas asociaciones wagnerianas no han hecho nada, o prácticamente nada, salvo tal vez alguna organizar un viaje a ver la Tetralogía que se representaba en plena Selva Negra, o conceder tal vez graciosamente unas becas políticamente correctas (por absurdas y previsibles) en inercial actitud wagneriana para acallar la conciencia de Wotan; tal vez alguna otra, como su jefazo absoluto pomposamente expuso antes de la efeméride (de manera constructivamente ejemplarizante, por cierto), realizar una reunión (al final de la efeméride) para ver qué han hecho mal otras asociaciones wagnerianas durante este tiempo de conmemoración wagneriana; o, tal vez alguna otra más, poner algún DVD de alguna ópera de Wagner en actitud inercial tremendamente creativa y audaz. La política (a diferencia del interés musical) es lo que caracteriza a toda asociación wagneriana que se precie, y al mismo tiempo esta misma idea (la política, ellos lo llaman “insalvables diferencias estéticas”) es lo que las divide. De esta manera, nos consterna decir que sólo la AWSG (que no se precia de nada) ha apostado por un modelo de ciclo combinado con conferencias y apoyo de imágenes para ilustrar cada acto musical, y por lo tanto, podemos decir que sus miembros hemos sido los únicos que hemos hecho música en directo y que hemos tratado de innovar con respecto al ya manido formato de conciertito, vinito, conversación banal sobre las wagnerianísimas escenografías (hablar de intérpretes y no de músicos es un profundo error, decía Schumann), sobre el tiempo (a poder ser en Bayreuth) o el último partido de fúmbol y eaaa…a casa.

La magnifica oportunidad que produce cada año a finales de julio el Festival de Bayreuth, aglutinando acólitos convencidos, arrebatados seguidores wagnerianos, tipos con smoking y señoras con collares (que como diría Groucho Marx, no sabemos qué hacen ahí pero ahí están), wagnerianos más wagnerianos que Wagner (aunque no sepan leer una nota musical, ni falta que les hace en su wagnérica y wagnerísima vida), presidentes o presidentas wagnerianas de gloriosas asociaciones wagnerianas provinciales del orbe cósmico provincial… pero muy muy wagnerianas, gente de relleno social, gente social de relleno, especialistas musicales de esos que son muy musicales por ser tan especialistas (esos que jamás sabrían reconocer que el “acorde de Tristán” procede de Chopin vía Liszt y, aun pudiendo saberlo, tampoco lo reconocerían por su confesable ceguera wagneriana), en definitiva multitud de Zombis que en elitisto (sí, de Eli y Tisto) banquete caníbal se reúnen en su holocáustico y político devenir con la supuesta excusa de su latente wagneridad imperecedera y zómbicoincorruptible… dentro de los parámetros que la podredumbre mental manifiesta de un ente zómbico (y bajneriano –o, a la manera chusquísimamente chabacana, guajneriano-) permite.

Por ello, les presentamos una idea tal vez revolucionaria, tal vez perogrullesca, tal vez, por qué no, absurda: la reproducción del Festival Bayreuth en un lugar wagnerizante: la Sierra de Guadarrama, para conmemorar cual quijotes serranos el bicentenario del nacimiento de Richard Wagner, haciéndolo coincidir, en la medida de lo posible, no sólo en obra (la Tetralogía) sino en día de fecha y hora en acción heroica wagneriana donde las haya. Consideramos así que merece la pena que el público que abarrota las calles de San Lorenzo de El Escorial en verano tenga la oportunidad de conmemorar con nosotros, en paralelo, en comunión wagneriana y como contrapunto al Festival de Bayreuth, el bicentenario del nacimiento de Richard Wagner con nuestro formato habitual, en el que venimos trabajando desde hace ya años: la conferencia-concierto.

No es en absoluto habitual encontrarnos con actos similares en este país, pues tan sólo algunos teatros hacen conferencias previas a los conciertos u óperas que programan durante la temporada, y la mayoría de las veces se queda en eso, en una conferencia en la que en el mejor de los casos se interpretan algunos ejemplos al piano o bien simplemente se ponen fragmentos de un CD para ilustrar lo explicado. En ambos casos se trata de un formato, a nuestro juicio, incompleto.

En efecto, se olvida cómo Wagner hacía interpretar en privado, con un Tausig, un Klindworth, un Joseph Rubinstein o cualquier otra víctima propiciatoria al piano en la Villa Wahnfried, sus obras antes de estrenarlas e incluso de orquestarlas, se ignora cómo Liszt difundía las sinfonías de Beethoven por recónditos poblachos miserables con la simple ayuda de un piano a menudo desvencijado, se desprecia cómo Busoni o Reger transcribían las grandes obras de órgano de Bach al piano para aprovechamiento de los pianistas, se desconoce cómo el propio Bach practicaba el arte de la transcripción (y si no que se lo digan, entre otros, a Vivaldi o a Marcello), más aún resulta desconcertante el desconocimiento de las maneras de Wagner por parte de las asociaciones wagnerianas (que dicen ser sus sucesores creativos y seguir sus postulados) hasta el punto que simplemente se convierten en “especialistas” de acumulación masiva de discos y de versiones.

En el formato que relatamos más arriba no se olvida, por tanto, que todas las obras, en el caso que nos ocupa, de Wagner, que se interpretan en orquesta, se pueden interpretar al piano, bien porque ya existen, bien porque se pueden hacer o por lo más espeluznante que resulta constatar (por parte de un wagneriano convencido que regente o pertenezca a una gloriosa asociación wagneriana o no) que nacieron en este instrumento. La imaginación al poder. Basta de actos incompletos. Si Wagner propugnaba la Gesamtkunstwerk, el acercamiento a su obra ha de ser a través de la Gesamtkunstlernen, por así decirlo. No basta con leer una sinopsis o un libreto. Para poder comprender y disfrutar en toda su dimensión cualquier obra musical (no únicamente wagneriana, por tanto), es necesario un acercamiento más profundo y completo, y por ello proponemos la celebración de un ciclo de conferencias-concierto en el cual se explicará la obra con detalle y ésta se interpretará posteriormente al piano. Preferiríamos hacerlo de manera íntegra, pero en un ciclo de verano ello no es posible debido a las proporciones gigantescas de las obras wagnerianas, y por lo tanto se recurre a versiones sincréticas, que recogen lo esencial de cada obra.

En todos los casos, y más aún en un concierto que recoge en abstracto al piano una obra escénica con canto, ayuda y facilita la proyección de imágenes y textos que ilustran, arropan la música, ofreciendo un espectáculo más redondo en el que no se pierda de vista que se ha de seguir un argumento a cuyo servicio está la música. Hemos de añadir que la selección de las imágenes y de los textos es otro capítulo aparte de nuestro trabajo, pues dicha selección la realizamos nosotros mismos, dado que nos lo tomamos muy en serio y tratamos de cuidar todos los detalles al máximo.

Actos como los que proponemos en este festival son más atrevidos, más original, pero también más exigente para todos, para el público y para los músicos, pues la preparación que ello conlleva desde un punto de vista documental, técnico y comunicativo es mayor, si cabe, que la de un concierto convencional. Pero los frutos son sin duda más jugosos y placenteros que los de un simple concierto en el que alguien ha escrito unas notas al programa a menudo poco inspiradas y motivadas y que la mayor parte de las veces acaban en alguna papelera, cuando no abandonados, ensuciando los suelos de nuestras calles.

Les presentamos, pues, tres conciertos (no es posible hacer más por razones de agenda) a celebrar durante este verano, concentrados en una semana, que coincide con el bicentenario del nacimiento de Richard Wagner y cuyos detalles se pueden consultar en el cartel que adjuntamos aquí:

Cartel Festival Wagner verano SLE 4

Confiamos en que sea de su interés, habida cuenta de que se trata de una forma de hacer las cosas que nos acerca a las formas originales en que Wagner trabajaba sus obras, con un piano y una serie de acólitos enviados en parte, cómo no, por Franz Liszt. Así pues, a menudo la primera vez que sonaban las notas de las obras de Wagner era así, al piano, antes de su estreno en teatro, en la intimidad de una sala oscura sin público, con Wagner narrando el argumento y los distintos pasajes mientras un Tausig o un Klindworth de turno tocaban la partitura al piano. Seamos, pues, Urtext, alcancemos el Nirvana, toquemos Wagner al piano, seamos como Ludwig II, ese rey loco, el verdadero iluminado del Ganímedes wagneriano sideral.