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Ervin Nyiregyházi

Como ya indicamos en nuestro Facebook y en nuestra cuenta de Twitter, el 19 de enero de 1903 nacía en Budapest Ervin Nyiregyházi (véase este enlace), niño prodigio del piano, pianista de éxito arrollador durante sus primeros años durante los cuales actuó por toda Europa, tocando en grandes teatros y en casas nobiliarias y reales (tocó ante la reina Victoria, por ejemplo), adquiriendo un repertorio enorme en el cual la figura central era su amado Franz Liszt, de quien se decía que el niño era su reencarnación. En efecto, así parecía ser, pues nadie podía igualarle en técnica, volumen sonoro, capacidad de improvisación (casi más bien imposibilidad de no improvisar) y musicalidad. De hecho, fue estudiado por un psicólogo, Geza Revesz, transformándose así en el primer caso de un genio musical estudiado de cerca, durante años, por la psicología. Fruto de ese trabajo es el libro «The Psychology of a Musical Prodigy», que hoy en día ha sido reeditado por Kessinger (véase Revesz). Estudió con grandes maestros como István Thomán (profesor de Bartók, Dohnányi o Cziffra, ¡ahí es nada!), posteriormente con Dohnányi, fue admirado por Schönberg, que musicalmente estaba en sus antípodas…

Y del éxito arrollador en Europa pasó al éxito no menos arrollador en Estados Unidos, debutando en el Carnegie Hall con apenas diecisiete años, en 1920, y provocando un enorme impacto en el público.

¿Por qué es hoy para casi todos un nombre olvidado, oscuro e impronunciable? En la cumbre de su fama y de su técnica, cuando todos los vientos soplaban a su favor, una serie de malas decisiones, una nula habilidad social (por no hablar de un posible trastorno mental), una nula capacidad de administrar sus finanzas, le llevaron en poco tiempo a la ruina, hasta el punto de llegar a dormir en el metro de Nueva York, ciudad de la que hasta entonces sólo había conocido los hoteles de lujo.

Nada pudo enderezar ya su carrera. Ni su amistad con el entonces célebre escritor Theodore Dreiser (hasta que se acostó con su novia), ni la ayuda de Arnold Schönberg, quien le recomendó a su discípulo Otto Klemperer, ni la comunidad húngara a cuyo frente se hallaba su gran amigo Béla Lugosi, nada consiguió hacer remontar su carrera. Es más, a medida que pasaba el tiempo, se hundía más y más en la marginalidad, quedando su rastro fulgurante de infancia y juventud cada vez más atrás, cada vez más olvidado.

Perdió hasta la posibilidad de estudiar el piano, pues al vivir en la pobreza no pudo ya tener uno en casa, sustituyendo su falta de práctica del instrumento por una compulsión por la composición de obras pianísticas (cientos, quizá más de mil) casi siempre oscuras, a menudo de escasa calidad (todo hay que decirlo), de títulos deprimentes como «Hopeless vista», «The Slaughter of the Murderer», etc.

Mujeriego empedernido, se casó diez veces, se divorciaba a menudo en México, y a fin de cuentas, sobrevivía con sus triunfos de juventud en el recuerdo. De vez en cuando aparecía en películas malas de serie B, a veces tocando, a veces doblando manos (para más inri no quedaba acreditada su participación). Véanlo por ejemplo en este fragmento de una película de 1929, The Lost Zeppelin: hacia el minuto 2 se le ve claramente sentado al piano; y durante todo el corte le oímos tocar: The Lost Zeppelin También aparece su mano tocando sola la versión para la mano izquierda de la Chacona de la Partita para violín solo nº 2, BWV 1004, de Johann Sebastian Bach que hiciera Johannes Brahms, obra que sirve de hilo conductor de la película de terror The Beast with Five Fingers (1946), cuyo trailer pueden ver aquí. Sin embargo, su participación no consta en los títulos de crédito, algo que le sucedió con relativa frecuencia en Hollywood, donde dobló, entre otros, a pianistas como José Iturbi o Arthur Rubinstein.

Tras unos cuarenta años en el olvido y la marginalidad, bordeando a menudo la indigencia, fue redescubierto por una serie de musicólogos, gozando de unos años durante los cuales su nombre volvió a tener cierto predicamento. Sin embargo, muchas de las grabaciones que conservamos de esa época no son de muy buena calidad, desafortunadamente, porque se hacían a veces en cinta. A pesar de ello, muestran lo que debió de ser en su juventud un pianista que tras cuarenta años sin piano todavía era capaz de tocar la Sinfonía Fausto de Liszt de memoria, así como numerosísimas piezas para piano habituales en su repertorio, en el que Liszt tiene un papel central. Incluso llegó a hacer varios viajes a Japón, donde su nombre gozó de mucha estima. Recientemente hemos podido tener acceso a este documento único en YouTube: Nyiregyházi live in Takasaki (1980).

Pero pronto su luz dejó de brillar, pues sus caprichos, sus manías, volvieron a alejarle de los escenarios. Tampoco le ayudó la época que le tocó vivir, pues su manera de tocar, sus improvisaciones, su enfoque del piano y de la música como algo que recrear y no como algo meramente a reproducir, en la era más estricta de lo Urtext, le mantuvieron en realidad en circuitos marginales, a pesar de que el Carnegie Hall le ofreció volver a actuar allí, lo que declinó en 1979 (posiblemente él era consciente de que su técnica no podía ser ya la que había sido). Es decir, su recuperación fue temporal y siempre en ambientes alejados de las masas. Y tras el año 1982, cuando hizo su último viaje a Japón, volvió a caer en el olvido, hasta su fallecimiento en 1987.

Una vida, pues, triste, por lo que fue y pudo haber seguido siendo, pero no fue. Hace unos años Kevin Bazzana publicó la biografía Lost Genius: The Curious and Tragic Story of an Extraordinary Musical Prodigy (Da Capo Press, 2008), donde se recogen todas estas vivencias y muchas más del personaje.

El pianista oculto

En el verano de 2009, Ángel Recas y José Hernández, los integrantes de la AWSG, presentamos en Radio Clásica un proyecto para hacer varios programas de radio. Si bien al principio parecía que no iba a salir nada, pronto nos llamó el director, Fernando Palacios, con quien nos entrevistamos y quedamos en hacer una serie de 18 programas sobre Nyiregyházi. Así nació el programa Ervin Nyiregyházi, el pianista oculto, que se emitía los martes (creo recordar) de 13 a 14 horas. Vaya por delante desde aquí nuestro agradecimiento a Fernando Palacios, quien decidió arriesgarse a programar una serie sobre un perfecto desconocido.

Juzguen ustedes: presentamos un proyecto sobre un pianista desconocido, que había conocido el éxito y el fracaso más espantoso, aportamos grabaciones nunca antes escuchadas en la radio en España (y nos atrevemos a decir que en el mundo tampoco), e hicimos grabaciones originales de obras de Nyiregyházi en los estudios de la Radio una vez que el proyecto fue aprobado.

Desde luego, ahí están todos los elementos necesarios para que una radio pública se embarque en esa aventura. Desafortunadamente, Palacios fue sustituido en febrero de 2010 por Ana Vega Toscano, quien ha transformado Radio Clásica una emisora de fórmula, aburrida y sin apenas colaboradores, a diferencia de lo que hizo Palacios en su momento, y fue muy criticado por ello, pero en fin, siempre hay quien no está de acuerdo. Desde que Vega Toscano está en la dirección de la radio, nos han cerrado las puertas, no han querido ni siquiera recibirnos para estudiar los distintos proyectos que teníamos y que, sinceramente, pensamos que reúnen condiciones al menos tan atractivas como aquel programa que se emitió entre septiembre y diciembre de 2009. Siempre nos remiten al filtro de turno que se limita a meter en un cajón todo lo que presentamos, así que hemos desistido de seguir intentándolo, al menos mientras no cambie la dirección de Radio Clásica.

En fin, ciertamente añoramos la actividad radiofónica. Preparar los guiones, entrar a grabar, modificar en el último instante algunas cosas, convivir con otros profesionales que siempre hemos admirado desde la infancia, como José Luis Pérez de Arteaga, Arturo Reverter o Sergio Pagán, grabar al piano durante una mañana entera piezas que van a sonar en el programa, comparar las versiones grabadas, decidirnos por la más adecuada… Nos encantaba hacerlo. Y no digamos las sesiones de grabación de las obras de Nyiregyházi, que han sido estrenos mundiales en Radio Clásica. Ojalá soplen otros vientos no tardando mucho y nos permitan al menos exponer los proyectos que teníamos y tenemos en mente.

Desafortunadamente, hemos sufrido un problema con el disco duro de un ordenador que hace que momentáneamente no dispongamos de todos los programas (los podcasts han sido ya borrados de la web de RTVE) pero en cuanto consigamos resolver ese problema, colgaremos aquí la serie completa para que todos nuestros seguidores puedan descargársela y escucharla cuando quieran.