Hans von Bülow y Friedrich Nietzsche, como decíamos en otro post, los zombis wagnerianos nos. 1 y 2, respectivamente, se conocieron a principios de la década de 1870, cuando el filósofo era bien recibido en casa de los Wagner. Por extraño que parezca, surgió entre ambos algo parecido a la amistad, a pesar de que para entonces Hans von Bülow no pertenecía ya al círculo de personas cercanas a Wagner, si bien no por razones musicales que ahora no vienen al caso.
Von Bülow visitó Basilea en marzo de 1872, donde se encontraba entonces Nietzsche, y parece ser que allí ambos mantenían largas conversaciones que reforzaron esa relación cordial, hasta el punto de que en junio de aquel mismo año 1872, nuestro zombi nº 2 decidió dedicar esta locura de obra, Manfred-Meditation, al zombi nº 1, enviándole una copia de la partitura. Pero este último no consideró que esa obra fuera muy allá, a juzgar por la carta que le envió el 24 de julio de 1874. En ella dice: “¿Es conscientemente que usted desprecia todas las reglas de la composición, de la sintaxis superior a las leyes más elementales de la armonía? Pongo aparte su interés psicológico, … su Meditación, desde el punto de vista musical, no tiene otro valor que el de un crimen en el orden moral¨.
Sin embargo, parece que nuestro zombi-filósofo no se tomó a mal esas palabras, y de hecho no rompió la relación con el zombi-director. Por ejemplo, en el otoño de 1883 envió una copia de la primera parte de su Zaratustra a Von Bülow con una dedicatoria obsequiosa. También le envió una copia de Más allá el bien y del mal cuando se terminó la impresión a finales del verano de 1886. Nietzsche incluso siguió escribiéndole hasta 1889, cuando su enfermedad mental le causaría ya estragos irreparables.
¿Por qué el juicio de Hans von Bülow fue tan severo? Lo cierto es que no le faltaba razón a la hora de criticar la coherencia interna de la pieza. Ello es indicativo del estilo musical de Nietzsche, que verdaderamente no es un modelo de orden, pero no es menos cierto que la propia historia del Manfred de Lord Byron es muy extraña y enigmática, y por ello el desorden no va del todo mal con la obra, pues, de hecho, encaja muy bien con las contradicciones internas que torturan y devoran al personaje.
La versión que presentaremos el próximo sábado es una reducción para piano solo del original para piano a cuatro manos. Pueden ver aquí algunos fragmentos:
Eso sí, si hablamos de estilo caótico o incoherente, hemos de pensar que se trata de un juicio emitido en el siglo XIX que ha sobrevivido sin apenas revisión crítica ni conocimiento de la obra musical de Nietzsche. A nuestros oídos, sin embargo, las obras de Nietzsche no suenan tan extrañas como le sonaran en su momento a Hans von Bülow. ¿Por qué?
Los gustos del público del siglo XIX no hubieran comprendido ni menos aún aceptado las obras de la Escuela de Viena, o incluso de épocas posteriores del siglo XX. Las obras de Nietzsche son románticas, sí, son del siglo XIX, sí, pero suenan un poco raras, modernas, por así decirlo. En realidad, ello se debe a la impericia de Nietzsche como compositor, que logra sonoridades inesperadas por la ausencia de forma y el tratamiento de la armonía. Esto vale no sólo para la Manfred-Meditation sino para el conjunto de la obra musical de Nietzsche.
Por esta razón, las obras de Nietzsche han resistido en cierto modo el paso del tiempo, mejor incluso que las obras pianísticas de Richard Wagner, que no hacen honor de ninguna manera a su producción dramática. Qué mejor plan que escuchar a Nietzsche y a Wagner el próximo sábado 6 de abril en San Lorenzo de El Escorial, en su Casa de Cultura, en la calle Floridablanca, 3. Así, cada cual podrá formular su propio juicio en relación con esta música: ¿loca? ¿moderna? ¿demencial? ¿mala? Ahí lo dejamos.